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Relojes Frederique Constant

Con apenas un cuarto de siglo de historia, Frederique Constant ha conseguido establecerse como una de las principales marcas del mercado a la hora de hablar de relojes suizos de alta gama.

La compañía, que surgió en el país europeo en 1988, se ha abierto paso entre los competidores gracias a dos valores principales que el fabricante lleva a gala en cada nueva colección: una apuesta clara por la innovación y la adaptación a los nuevos tiempos y un profundo respeto por la tradición de la relojería suiza clásica.

En pocas palabras: vestir un reloj Frederique Constant es llevar en la muñeca un dispositivo de lujo que te acompañará durante toda tu vida gracias a la alta calidad de sus materiales y a una maquinaria que cumple con los más exigentes criterios de fabricación, como corresponde a los relojeros suizos.

Una historia de amor con el tiempo

Desde 1998 hasta la aparición de la primera colección de Frederique Constant pasaron cuatro años. Fue en 1992 cuando Aletta Bax y Peter Stas lanzaron al mercado sus seis primeros relojes.

Cada uno de estos relojes Frederique Constant era maquinaria suiza terminada en las manos de un artesano relojero en Ginebra.

Los propietarios de la marca, que se implicaron en todo el proceso de producción desde la creación de los primeros esbozos hasta los detalles finales, generaron así una filosofía de trabajo y un concepto de marca que ha acompañado a este tipo de relojes hasta el día de hoy.

Con la ayuda de artesanos y diseñadores independientes y un avanzado software que facilita el diseño asistido por ordenador, la marca busca acercarse a todas las tendencias de vanguardia en el mundo del diseño y de la moda para hacer relojes que “hablen” el mismo lenguaje que los clientes, que se adapten a un mundo urbano, cambiante e interconectado.

Lujo accesible

Otro de los valores principales de la marca es el coste de venta de sus productos. Los relojes Frederique Constant tienen un precio muy asequible dentro del mundo de los dispositivos de alta gama.

Y es que el objetivo de sus creadores es que la marca suiza pudiera llevar sus modelos más allá del círculo elitista de amantes de la relojería suiza. Los relojes que llegaran al mercado bajo el abrigo de la marca tenían que estar al alcance de todas las personas que aman lucir piezas de alto nivel, elegantes, diseñadas por especialistas y con una ingeniería de lujo en cuanto a maquinaria.

Diseño: entre el clasicismo y la vanguardia

El universo de los relojes de lujo es, por tradición, conservador. Esto se traduce en modelos que apenas arriesgan y que tienden por imitar relojes clásicos que siempre deben estar en el armario de cualquier caballero o dama que ame medir el tiempo en este tipo de máquinas de lujo.

Este es un punto en el que Frederique Constant se diferencia de otros grandes fabricantes de relojes suizos. Uno de los principales objetivos de la marca es crear relojes que sean, por supuesto, clásicos y atemporales, pero sin que esto suponga dejar de mirar al futuro.

Por eso, los principales esfuerzos de los diseñadores en cada colección se centran en buscar esos detalles que hagan que sus relojes den un paso al frente y se posicionen a la vanguardia.

Bien sea desde la estética, donde en cada nueva colección van ofreciendo a su público osadas innovaciones, o desde el punto de vista de la maquinaria, cada reloj nuevo que aparece firmado por Frederique Constant debe cumplir el objetivo de resultar creativos, atractivos, “vestibles” y, cómo no, funcionales y eficientes en la medición del tiempo.

Precios y recepción de los relojes Frederique Constant

Todos los valores de la marca tienen su traducción directa en el PVP de los relojes que salen al mercado. Cada una de sus colecciones —Classic Gents, Classic Ladies, Highlife, Slimline…— está pensada para que cualquier persona pueda acceder a un modelo de reloj de primer nivel sin tener que prescindir de sus ahorros.

Con precios que parten de los 600 euros, los clientes pueden encontrar relojes con esferas montadas en cajas de aluminio, chapadas en oro o incluso de oro rosa. Por supuesto, todo ellos con correas de piel con tintes y acabados que elevan todavía más la estética de los relojes.

De los relojes Frederique Constant las opiniones son unánimes y favorables. Los usuarios destacan mayoritariamente la capacidad de la marca para adaptar sus colecciones al mundo actual y por crear relojes muy cómodos de llevar y que se convierten en protagonistas de cualquier look sin pretender serlo, gracias a un diseño cuidado y a una estética capaz de centrar todas las miradas.

Todo esto, sumado a la magnífica percha de precios que ofrecen desde la marca suiza, hace que los relojes Frederique Constant se estén convirtiendo en los más populares en ambientes ejecutivos, pero también cada vez más en los usuarios menos acostumbrados a vestir relojes de esta categoría, que ahora pueden hacerlo gracias a este fabricante.

En joyería Victoria Aguirre es un placer trabajar con la nueva marca suiza Frederique Constant. Se caracteriza por ser una marca vanguardista que ofrece innovación. Estos relojes se fabrican con los estándares de la mas alta precisión. Frederique Constant se estableció en 1988. Aletta Bax y Peter Stas lanzaron su primera colección en 1992, compuesta por seis modelos equipados con movimientos suizos y ensamblados por un relojero en Ginebra. Frederique Constant participa en todas las etapas de la producción de relojes, desde el diseño inicial hasta el ensamblado final.

Estos relojes son de manufactura de alta calidad con calibres y ensamblaje propios de una gran marca relojera al alcance de un mayor público.

En joyería Victoria Aguirre encontrarás el reloj suizo Frederique Constant adecuado para cada ocasión.